viernes, 24 de octubre de 2008

Fotos de mi primo Rafael Martín












Hola amigos. Os presento estas fotos de mi primo Rafael. ¿Que quién es mi primo? Pues no, no es el de zumosol. Se trata de un pedazo de persona, catalán de nacimiento -como yo, vamos - y madrileño de adopción. Un figura de la fotografía, un ornitólogo que tiene "calaos" a más de un pajaro, y de de dos( y álguno más que pulula por esos mundos de dios. A esos no les pone anillo; les saca los colores directamente. Así es Rafael)... Un enamorado de la naturaleza, todo sensibilidad e inteligencia. Con ver su obra creo que ya os hacéis una idea.
Un abrazo Rafaelín (estos días hemos estado bromeando con aquel coche rojo a pedales de tu niñez, con el primer coche allá por los años setenta en el que mi hermana Montse y yo hicimos las primeras prácticas de auto, jejejejejejej. Y sino que se lo pregunten a tu madre).
Un saludo, amigos, espero que os gusten estas imágenes.


















































Soy un loro. Un achacoso loro cuyo plumaje multicolor se destiñe con el paso del tiempo. Hoy vuelo enrabietado, tan alto como puedo. Antes del alba, antes de que la luz traicione los sentimientos nobles de la noche. En ese espacio en la que la noche quiere disfrazarse de día y la luz rehuye y reniega, como si nunca la hubiera conocido, de la noche. Emprendo el torpe vuelo desde mi joven encina llena de tesoros escondidos entre sus raíces, enajenado por la multitud de cadencias silenciosas que calumnian la oscuridad, y de sus aromas. Pero los aromas - como extrañas colonias todavía no inventadas - provenientes de las juncias, de los poleos, de los hinojos y gordolobos del río muerto, herido por el demonio de la sequía, son como barbitúricos que te embriagan y te impiden avanzar, ver, razonar, palpar... Solo sabes que esos aromas inflamados por las últimas tormentas, representan la vida, el alma, lo profundo, lo ignoto, lo anterior a este mundo, lo extranjero a este mundo...Antes de que el primer rayo del alba, despeine mis deseos más escondidos, antes de que la luz hiera de muerte mi primer pensamiento, mi callado vuelo; he comenzado a oír en perfecto orden todas las voces del abertal. Todas en perfecto orden aprehendido, como si una mano acechante, señalara a dedo quién tiene la palabra y quién no.





En fin, amigos, los loros siempre repetimos lo que dicen los demás.

Los loros somos animales de compañía, aunque cuando recordamos la amalgama selvática donde compusimos nuestros primos trinos; nos volvemos un poco ásperos y como andróginos y nos da por cercenar el falso dedo amable de algún especímen turistoide, de esos que van de paso por aquí y por allá sacando a la penunbra de este silencio donde habito toda una gama de tonterías prendidas de su kodak que yo tampoco he logrado aprender. Pero, eso sí, la sangre nunca llega al río, no en vano los loros somos pájaros vociferantes aunque pacíficos. Bastante tenemos con lo que tenemos en la selva. Con estas máquinas que fabrican campos de furbol allanados donde antes había naturaleza y destrozan los nidos de los hijos de Dios.

Agur














































































































jueves, 16 de octubre de 2008

"Ya se llevan al conde.."




(coro)

Ya se llevan al conde
Ya los luceros se encienden

Ya la sangre del duque,
Entre cuervos y salteadores
Arropa las heridas del olivo

Ya se llevan al conde
A donde los llantos ofenden
A donde las ánimas
Y los gritos de los besos
Se funden y se esconden
( "El Conde de Alcollarín")

lunes, 13 de octubre de 2008

Boda del año II y otros moños






















Aquí os dejo un nuevo capítulo del gran acontecimiento. Recalco lo de los moños, quizás porque siempre, desde la más tierna infancia, llamaron mi atención aquellos moños a modo de cebolla que exhibían nuestras perpetuamente enlutadas abuelas. El peinado recogido en aquella "cebolla" grisácea, de mayor o menor tamaño en función de la alopecia de la susodicha, formó parte del pensamiento único de una época llena de claroscuros, aunque bien es cierto que la luz la ponía un pueblo alegre, dicharachero y imbuido de sus inacabables folclores; y el oscuro la raza política, artística y burguesa que le gobernaba. Vamos, tampoco muy diferente a las prácticas de sus cachorritos que hoy en día, habiendo sabido tomar el relevo sin mayores melodramas, también nos "instruyen" con excelsos valores...
Decía que el tema de los moños y que, de forma inercial, siempre provoca en mi una huida hacia el pasado; inspiró un cuento que escribí cuando apenas contaba dieciocho años y que rezaba algo así como: "El último moño de Alcollarín". Otro de los muchos pecados de juventud que cometí y que guardo celosamente en un baúl sellado con tres candados y un cancerbero a lo pitbull en el umbral para espantar a ávidos curiosones; porque, nos guste o no, uno ya empieza a estar hasta el moño de todo.
Un saludo, amigos.